Imagen de un toro de once. Carnaval Autlán 2016. |
Por Hirineo Martínez Barragán
Rafael
Martínez Barragán (1950-2021) mejor conocido como El Pirriche, dejó de habitar
y vivir en este mundo terrenal el martes 17 de agosto como a las tres veinte de
la tarde. Una víctima más del Covid-19. Murió en manos de su esposa, sus hijas
y su hermano Domingo; estaban subiéndolo en el asiento trasero del auto para
llevarlo al hospital cuando dejó de respirar; la ambulancia solicitada unos
minutos antes, llegó más de una hora después. Fue impactante ver la imagen
inerte de Rafael en el asiento trasero del auto, pero más impactante
seguramente fue haber estado ahí cuando la muerte lo alcanzó.
El Pirriche fue
famoso en Autlán y la región por allá en la década de 1970, debido a sus
habilidades y afición a la monta de toros de reparo, su mayor reconocimiento lo
adquirió al mantenerse como jinete por primera vez en el lomo del famoso toro
El Rey, en aquellos tiempos en que aún no se practicaba el jaripeo profesional
y que estaba recién inaugurada la plaza de toros Alberto Balderas (1971); por
aquellos años la jineteada se hacía por pura afición y eventualmente se
asignaba premio a quien lograra una buena monta, como fue este el caso,
generalmente el ganadero era quien hacía la oferta que luego era secundada por
otros; había una gran expectación por la monta a El Rey, pero mi madre, su
madre, doña Luisa, cuando se enteró de quién sería el jinete, salió despavorida
de la Plaza y desde fuera solo escuchaba la gran algarabía que se formó durante
la monta sin enterarse qué había pasado. ¿Quién había sido el triunfador? Tuvo
que esperar las noticias unos minutos. Mi padre, su padre, don Domingo, en los
festejos por esa gran hazaña, gritaba eufórico y un poco alcoholizado: “¡Mi hijo
es padre de El Rey…!”
El Pirriche
paseó su fama como buen jinete por la región y durante algunos años, luego fue
empleado del Ayuntamiento en tareas relacionadas con eventos realizados en la
plaza de toros y finalmente se le recordará con su canasto vendiendo
principalmente nopales junto a uno de los pilares del portal norte del mercado
Juárez.
A Rafael como
se le nombraba entre la familia y El Pirriche como se le conocía entre el común
de la gente, le gustaba el peligro, tentó varias veces la muerte hasta que se
quedó con ella. Recuerdo varias ocasiones en que, por accidente o por
imprudencia, estuvo a punto de morir. Viajó ligero por la vida, de principio a
fin, setenta años de navegar; pocas cosas le apuraban, pocas le urgían y pocas
lo anclaban; era desprendido, lo que tenía, si era necesario lo otorgaba, y
solo atesoraba el amor por la familia y unos cuantos amigos.
Agradezco en
el nombre propio y en el de toda la familia, las manifestaciones de condolencia,
junto con las expresiones de solidaridad y de acompañamiento expresadas por
todos los medios y de muy diversos puntos del país y del mundo.
Hermano, a
donde vayas pronto nos veremos, me saludas a nuestros padres y hermanos
(Victoriano y Herminia), a Porfirio (El Pirriche) quien adoptó tu apodo treinta
años después, como nombre de batalla en el jaripeo de paga y a todos los demás
sobrinos que se adelantaron. ¡Buen viaje hermano y mejor estancia!
¡Y sí: "Dale
puerta, fuera capas, fuera gente, vengan los cabezales mis valientes. Tu monta
la he dado por buena”!
Hirineo
Martínez Barragán
El
Rodeo, Autlán.
19
de agosto de 2021
Gracias por publicar. Saludos
ResponderEliminarVivir, disfrutar y morir, describen su vida en plenitud, buen viaje tío.
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