La anfitriona, nutrióloga Maelvy
Graciela Guerrero Blancas, expuso su trabajo Alimentación sustentable, que inició mencionando los objetivos de
desarrollo sostenible de la agenda 2030 de la ONU, entre los que se encuentran
los relacionados con la alimentación, que se considera sustentable cuando
satisface las necesidades alimenticias sin descuidar el medio ambiente.
Maelvy explicó enseguida que
actualmente hay una producción de alimentos a gran escala pero pobre en
nutrientes, que ha causado problemas como inseguridad alimentaria, hambre y
desnutrición, además de afectaciones crónicas a la salud, diseminación de
sustancias tóxicas y daño al medio ambiente. Aunque el problema es mucho más
complejo: según los datos mostrados por Maelvy en los últimos 60 años la
población mundial ha tenido un crecimiento de 150%, con la consiguiente
necesidad de aumentar la producción de alimentos. Para tratar de remediar esto
han surgido variedades mejoradas de plantas que no han arrojado resultados
positivos y se ha ensayado un modelo de producción insostenible, con aumento de
emisión de gases de efecto invernadero, desaparición de diversidad de cultivos,
uso masivo de agua y contaminación de océanos, entre otros.
Además de esto hay un problema de
desperdicio de la tercera parte de los alimentos que se producen. Entre las
causas de esto la ponente mencionó las porciones demasiado grandes que se
sirven en restaurantes, los embalajes inadecuados, la carencia de sistemas de
transporte, el desperdicio en la producción y cosecha y las exigencias de
aspecto de los productos por parte de la industria.
Maelvy Guerrero mencionó que los
mismos consumidores podemos contribuir a solucionar estos problemas, sin
esperar a que la industria o los gobiernos actúen. Dijo que para lograr esto
son necesarios nuevos hábitos de consumo y alimentación que contemplen, entre
otras cosas, la reducción en el consumo de carne, la adquisición de alimentos
producidos localmente y preferir los que sean obtenidos mediante procesos
sostenibles.
En este sentido, compartió algunas
guías de sistemas alimentarios sostenibles, con mejora de acciones desde la
producción hasta el consumo, así como tipos de dietas que se pueden adoptar: la
mediterránea, considerada como patrimonio cultural inmaterial, la llamada
flexitariana (onmívora con limitación de consumo de carne a una o dos veces por
semana) o la conocida como lunes sin carne. La ausencia o limitación de la
presencia de la carne en estas dietas tiene que ver con el alto costo ambiental
que implica su producción.
Para terminar la presentación, la
nutrióloga hizo un llamado a la acción para los consumidores, en el sentido de
reducir el desperdicio, comprar sin empaque, consumir local y de temporada,
cultivar sus propios alimentos, comer menos carne, donar a bancos de alimentos
y presionar a sus representantes para establecer políticas públicas que
permitan mejorar el acceso a mejore alimentos y a información sobre ellos, la
difusión de la lactancia materna, entre otras.
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