El doctor Efrén Corona. Foto proporcionada por Sylvia Corona Cortés. |
Por Octavio Hernández Díaz
Grata, sorpresiva y especial experiencia he tenido al visitar un lugar mágico en Guanajuato, iniciativa que, en una charla de amigos, surgió y me invitaron a conocer datos que hoy quiero compartir con los lectores del “SEMANARIO CHOPPER”, me refiero a la casa del doctor Efrén Corona Corona, considerada por sus familiares como “Casa-Museo” y cómo no va a ser así, pues se encuentra tal como en sus inicios y tal parece que en cada una de sus áreas se ha “detenido el tiempo”: los muebles, la decoración, fotografías familiares, aparatos de sonido de la época y lo sorprendente: el consultorio del doctor Corona, sus instrumentos de odontología, los moldes y el sillón para los pacientes que es realmente histórico y una joya, pues cuántas generaciones de guanajuatenses fueron aliviados y en algunos casos privados de sus dientes o muelas.
Tuve la fortuna de ser recibido por la arquitecta Sylvia Herenia, Áurea Guadalupe y el padre Thelían Argeo, quien actualmente es el Rector de la Universidad Salesiana en Bolivia, hijos del doctor Corona; me comentaron sobre la trayectoria de su padre y me fueron mostrando cada espacio que inspira y tiene un halo espiritual, en donde se percibe una paz inefable.
Botica del profesor Salvador Corona, en Autlán. Fue el padre del doctor Efrén Corona. Foto proporcionada por Sylvia Corona Cortés. |
Durante más de 60 años como singular personaje, brindó su apoyo, sus conocimientos en bien de la sociedad guanajuatense; el doctor Efrén Corona Corona, de origen jalisciense, que nació el 14 de octubre de 1908 en el domicilio José María Morelos #8, cuartel 4°, en Autlán, y quien en 1931 se titulara como Cirujano Dentista; fue miembro del Consejo Directivo de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Odontología de la Universidad de Guadalajara en el año de 1929.
Llega a Guanajuato en 1933 e inicialmente vive en el Truco No. 11 y establece su consultorio en la Plaza de la Paz 59; en ese momento solamente había un dentista de avanzada edad y Guanajuato era muy pobre, aún no se construía el edificio de la Universidad de Guanajuato en el cerro de San Miguel tal como lo conocemos ahora, ni se colocaba la escultura de “El Pípila”; más adelante, en 1940, se establecería en la Avenida Juárez No. 22 y para 1944 construye y vive con su familia en el Paseo de la Presa No. 54; siempre estuvo a la vanguardia de la odontología; conocí de niño al doctor Corona, como un paciente más y su personalidad imponía, seguramente igual que a muchos guanajuatenses de antaño; verdaderamente nos dejó la grata imagen de un extraordinario ser humano comprometido con su profesión.
Un hombre sin descanso que atendía a toda hora a quien necesitaba mitigar su dolor, fue el primero en introducir el diagnóstico con Rayos “X”, asistía a congresos en diferentes partes del mundo y estaba siempre a la vanguardia.
Boda del doctor Efrén Corona y Carmen Cortés. Foto proporcionada por Sylvia Corona Cortés. |
En 1936 se casa con Ma. del Carmen Cortés Franco, guanajuatense de agradable presencia, a quien le llamaban “Nena Cortés”, por ese gran amor se vieron bendecidos con siete hijos: Efrén Otmaro (†), conocido como el “Güero Corona”, Carmen Benilde, Thelían Argeo, Patricia Josefina, Salvador Agnelo, Sylvia Herenia y Áurea Guadalupe.
Cuando trabajó en los Servicios de Salud Pública atendió decididamente a las Escuelas de Guanajuato y siempre le admiraron por su amplio conocimiento y aplicación de lo que fue su “Pedagogía dental”, pleno de paciencia que les brindó a los niños, quienes a la vez le obsequiaron su reconocimiento y especial cariño, pues atendió a miles; su sentido social fue uno de sus especiales dones, cada semana recibía a chiquillos de diferentes escuelas y daba charlas sobre higiene, prevención y salud dental; los chavales de esa época seguramente le recordarán.
Para 1953 el reto es fuerte y pleno de responsabilidad, pues el doctor Corona fue padre y madre, ante la ausencia de su querida Carmen, quien falleció muy joven, a los 33 años; sin embargo el temple de su carácter, el amor por sus hijos lo motivó y con su enseñanza logró que hoy cada uno sea un destacado profesionista con una excelente calidad humana, ello es resultado de un hombre íntegro, disciplinado, pleno de valores, con una ética profesional inamovible.
Demasiado ordenado y estricto, inculcó a sus hijos valores plenos y fue un ejemplo para ellos, les heredó una parte de sí mismo, al “Güero Corona”, le regaló los famosos soldaditos de plomo, ¿se acuerdan?, bueno, pues el doctor Corona trajo de Alemania los moldes, y después de fundidos, los pintaba y los regalaba a los niños para distraerlos cuando les hacía alguna intervención, de esa manera lograba simpatizar con ellos y practicarles una excelente curación.
Además, el doctor Corona era muy dedicado y estudioso, a tal grado que él mismo diseñaba los implementos necesarios para el equipamiento de su consultorio, era muy hábil con sus manos, preparaba sus dentaduras e incrustaciones de oro; pero una veta que explotó de sí mismo fue la de constructor pues edificó viviendas para sus hijos y bien sabía de carpintería, plomería, electricidad, albañilería, etc.; él mismo empuñaba las herramientas y participaba en la construcción.
Cómo olvidar que también fue un productor de mosaico, sucedió que un día decidió comprar una máquina propia para su fabricación, en realidad la adquirió especialmente para su casa, sin embargo vio que le comenzaban a hacer pedidos y la empresa creció e hizo fama en Guanajuato, a tal grado que seguramente muchas viviendas aún hoy conservan su piso con el sello del doctor Corona.
En fin, un padre ejemplar y todólogo, pues dada la ausencia de Carmelita tuvo que ser cocinero y un excelente administrador, pues tenía que impulsar a sus siete hijos, excelentes hombres y mujeres, pues todos comprendieron a su corta edad, la responsabilidad de su padre, rápido aprendieron y decididamente colaboraron como familia.
También perteneció a los “Caballeros de Colón” y al antiguo “Casino de Guanajuato”, un lugar de prestigio de la época, convivía con grandes amigos, como el doctor Herón Manrique, el doctor López, el licenciado Ibargüengoitia y otros grandes amigos más. Su principal diversión era escuchar música clásica e ir a conciertos en el Teatro Juárez, admiraba a los virtuosos ejecutantes, les invitaba a su casa y si eran de otro país, siempre tenía en su colección la música del lugar de origen de los artistas a quienes complacía y con ello les mostraba su hospitalidad y la de su familia.
Fue un viajero incansable, siempre tenía un recuerdo de cada lugar y en las conversaciones familiares hacía de su charla una delicia, pues quienes le escuchaban quedaban atónitos de tan agradables narrativas. Al final de su vida fue un personaje activo en la Cruz Roja, le caracterizó su sentido humanitario y desprendido, llegó a ser Presidente estatal de esa organización altruista, consiguió ambulancias y una lancha equipada y sus gestiones fueron más allá, gestionar dos helicópteros necesarios, proyecto que ya no pudo realizar.
La Casa-Museo, se ha respetado tal como se encuentra porque es la casa y el recuerdo de todos, es una casa abierta para los familiares que residen en otros lugares y vienen a Guanajuato. Ahí está plasmado el legado del doctor Corona, que fue entregarse a la sociedad guanajuatense a cada hora y en cada momento que requerían de su servicio; su capacidad de trabajo fue proverbial, su dedicación fue incondicional, inclusive en la madrugada.
En uno de los paramentos se encuentra un edicto: “Esta casa se preserva como casa paterna con los muebles y bienes que determinan una historia de la familia fundada por el doctor Efrén Corona Corona y Ma. del Carmen Cortés de Corona a fin de que los descendientes de éstos conozcan su origen e identidad, porque en cada objeto hay una historia producto de un esfuerzo y acciones como legado para las generaciones futuras. Este acuerdo queda plasmado como testimonio de la calidad de hermanos y con el compromiso de preservar la memoria de nuestros padres”.
El doctor Corona se encarnó a Guanajuato, 60 años de vida en nuestro Cuévano lo acreditan como un guanajuatense; Sylvia Herenia me comentó que le tocaron momentos críticos de nuestra ciudad pues hubo una época difícil en Guanajuato en donde tuvo la oportunidad de emigrar, ya listo con la mudanza él dijo: “no me iré…; de aquí es mi esposa, aquí nacieron mis hijos, Guanajuato me ha abierto las puertas, ¡me quedaré en Guanajuato!”; después siempre expresaba que estaba a cien pasos de lo que sería su último descanso, evento que ocurrió el 4 de febrero de 1993 y es que precisamente su Casa-Museo se encuentra en Tepetapa, muy cerca del Panteón de Santa Eulalia o mejor conocido como Santa Paula.
Hemos abierto la caja de recuerdos de la familia Corona Cortés y ha sido muy significativo el encuentro con gente valiosa como ellos, que caminan a diario por nuestros callejones, calles y plazas y van con su andar, significando el oro y la plata de lo que están hechos los guanajuatenses.
Muchas gracias por la consideración del texto que escribí referente al Dr. Efrén Corona Corona, datos muy significativos proporcionados por sus hijos a quienes les guardo una especial estimación.
ResponderEliminarMuchas gracias Arquitecto Octavio Hernandez por tan precisa descripción de mi padre, orgullosamente nacido en Autlán, Jalisco que nos enseñó el amor por su tierra y el amor a Guanajuato en donde se encarnó y vivió con las enseñanzas por ejemplo de la Maestra María Mares y sus padres el profesor Salvador Corona Godoy y Refugio Corona Bustos.
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