Monroy
nació para pintar y lo logró con creces y enorme satisfacción. Nadie es más
feliz que aquel que vive haciendo lo que le gusta. José Atanasio Monroy lo
hizo.
Gabriel
Lima Velásquez
Por Guillermo Tovar Vázquez
Texto leído en la ceremonia de conmemoración del 16° aniversario luctuoso de don Atanasio Monroy
José Atanasio Monroy nació el 19 de abril de 1909,
al parecer en el vecino pueblo de Ejutla, aunque desde muy niño ya vivía con su
familia en Autlán, específicamente en el barrio de Las Montañas. Aquí se dio su
acercamiento a las artes, al de la música como ejecutante de la tuba en la
banda municipal y a la plástica en la escuela de la maestra María Mares, y su
formación en esta última con la profesora Jesusita Pelayo.
Fue la pintura la actividad por la que el joven
Atanasio se decidió y, no encontrando ya en el pueblo los medios para continuar
con su formación, partió en 1925 a la ciudad de México, donde se inscribió en
la Escuela de Churubusco, dependiente de la prestigiosa Academia de San Carlos,
donde fue discípulo de grandes artistas, como Leandro Izaguirre.
Poco después el maestro Atanasio ya tenía su taller,
ubicado en las calles de Bucareli, donde comenzó su carrera profesional pintando
por encargo y conformando una clientela entre la que se llegaron a contar
grandes empresarios como el señor Germán Adalid, cuya colección de obras de
Monroy aún existe.
Dueño de un carácter en el que se combinaban la
aversión por las actividades sociales y lo que él mismo llamaba misantropía, no le faltaron a lo largo de su
vida amigos, clientes y aún admiradores de su obra, quienes lo ayudaron a
continuar con su formación y a mantenerse activo profesionalmente: entre los
más importantes de estos amigos podemos contar al también autlense Jaime Llamas
y al político Marte R. Gómez. Y, hablando de su formación, ésta fue continua
desde sus años de estudiante: además de la lectura de biografías de los grandes
pintores, solía estudiar a detalle las obras maestras del arte pictórico
universal. Para esto, realizó durante su vida cinco viajes a distintos países
de Europa, financiados con el producto de su trabajo (al parecer existe una
buena cantidad de obras de caballete suyas diseminadas en el Viejo Continente)
y con el objetivo de visitar y analizar de primera mano estas obras.
En 1973 el maestro Monroy regresó a establecerse
definitivamente en Jalisco, específicamente en la capital del Estado, donde ya
antes había residido mientras pintaba el mural de la Escuela Vocacional y otros
encargos. En Guadalajara continuó trabajando en obra de caballete, en su
mayoría retratos, paisajes de los alrededores de la ciudad y marinas inspiradas
en la Costa de Jalisco. En 1990 don Atanasio sufre un ataque de embolia que le
paraliza el brazo derecho y que le obliga, en un despliegue de determinación y
fuerza de voluntad a “aprender” a pintar con la mano izquierda. En 1992 regresa
a Autlán a instancias de sus amigos autlenses y, con ayuda de ellos (de quienes
no menciono los nombres para no omitir a alguno, pero que se encontraban (se
encuentran) congregados en el Grupo Cultural Autlense), vive sus últimos años,
trabajando y enseñando a jóvenes con inquietudes artísticas. Uno de los
domicilios en que vivió a su regreso a Autlán, una casa centenaria ubicada en
el cruce de las calles de Guadalupe Victoria y Santos Degollado y que fue,
además, sede primera de la Escuela de Artes, acaba de ser derribada para
convertirla en estacionamiento.
Don Atanasio falleció el 19 de febrero de 2001, internado
en el Sanatorio Autlán y bajo los cuidados de su amigo el doctor Nabor de Niz y
de la enfermera María de Jesús Gaviño.
Está documentada la existencia de más de cien
cuadros de Atanasio Monroy, la mayoría en México pero también en Estados
Unidos, Sudamérica y Europa, aunque no es raro que se descubran nuevas piezas:
en septiembre de 2008, por ejemplo, se publicó en el primer número de la
revista Relatos e Historias en México un retrato ecuestre de Emiliano Zapata
exhibido en el Museo Nacional de Historia, que puede verse en la galería
virtual de ese museo y cuya existencia se desconocía en Autlán. Pero, a pesar
de su abundancia, el trabajo de Monroy no se limitó a la obra de caballete,
sino que legó también tres magníficos murales en mismo número de sitios
públicos: en 1945 termina el mural La
mexicanidad en el Centro Escolar Chapultepec, aquí en Autlán, en el que
plasma un resumen de la historia de México desde la época prehispánica hasta
las primeras décadas de gobiernos emanados de la Revolución; ese mismo año
inicia otro mural en la Escuela Vocacional de Guadalajara (hoy Centro
Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías), que no pudo terminar sino
hasta 1972 a causa de la inconformidad que generó la obra entre algunos grupos
políticos a causa de los conceptos ideológicos que plasmó en ella; y en 1977 realizó
el mural Las artes populares en México,
en el Parián de Guadalajara, donde pintó algunas manifestaciones de la cultura
popular mexicana.
|
Detalle del mural La Mexicanidad. |
Estuvo a punto de realizar un segundo mural en Autlán,
específicamente en el cubo de la escalera de la Presidencia Municipal (donde
ahora está el retrato del general Paulino Navarro), pero el proyecto fue cancelado,
después de haber sido previamente autorizado por el Cabildo, a causa de la
fuerte crítica que el maestro Monroy hacía en él al régimen priísta.
En Autlán existe una buena cantidad de ejemplares de
lo mejor de su obra, en varias colecciones privadas pero también en lugares
donde pueden ser admirados por el público:
* Desde
luego, el mural La mexicanidad en el
vestíbulo del Centro Escolar Chapultepec.
* El
Museo y Centro Regional de las Artes, que cuenta con cuadros de las colecciones
del señor Carlos Mardueño, de la familia Adalid de la ciudad de México y de la
pinacoteca del Ayuntamiento de Autlán.
* La
sacristía de la Parroquia del Divino Salvador, donde se encuentran, aunque no
en el mejor estado de conservación, dos de sus mejores cuadros: una Sagrada
Familia de 1944 y una Crucifixión firmada en 1943 y que, según don Gabriel Lima, fue expuesta en ese mismo año
en la tienda La Oriental (esquina de Escobedo y Borbón),
en una exposición de artesanías, repostería y algunas pinturas, dentro del
marco de los festejos de los 400 años de la fundación española de Autlán.
Realizada en la mejor época de don Atanasio, el cuadro recuerda, en el uso de
los claroscuros y en el dramatismo que expresa, a los pintores españoles
clásicos que influyeron en don Atanasio.
|
Crucifixión. |
El Centro Universitario de la Costa Sur posee la
Pinacoteca José Atanasio Monroy, conformada por las obras ganadoras de las
primeras ediciones del premio de pintura que lleva el nombre del maestro Monroy
y por algunas piezas de la última etapa de su vida.
En Autlán, una calle del fraccionamiento Valle la
Grana, el jardín del barrio de Las Montañas, el centro cultural del Centro
Universitario de la Costa Sur y la bienal internacional de pintura que organiza
este campus de la Universidad de Guadalajara llevan el nombre de don Atanasio
Monroy, el mayor artista plástico que ha surgido de nuestra tierra.