martes, 1 de diciembre de 2015

Jorge F. Hernández en Ecos de la FIL



Escribe el que escribe,
el que no escribe no escribe
y el que escribe de verdad
escribe aunque no esté escribiendo.


Esta mañana en el auditorio de la biblioteca de la Escuela Preparatoria Regional de Autlán el reconocido escritor Jorge F. Hernández sostuvo una plática con alumnos de ese plantel, dentro del marco del programa Ecos de la FIL. La plática comenzó a las 11:25 hrs. y tuvo una asistencia de unos 80 alumnos.
Después del mensaje de bienvenida del director de la prepa, José Luis Cárdenas Ramos, el autor de Emperatriz de Lavapiés comenzó un diálogo de casi una hora y media de duración. Al principio hizo una introducción en la que describió, en unos cuantos minutos, su personalidad como escritor, su predilección por el cuento y su actual forma de escribir (partiendo de un dibujo de los que serán sus personajes, a los que después les dará las acciones de la trama del cuento), además de recordar las dos veces que estuvo antes en Autlán, primero buscando una oportunidad como novillero y luego en un recorrido por las tierras de Alatorre, Arreola y Rulfo. También hizo una semblanza de su carrera, con un recuento de su obra publicada en libros (cuentos, ensayos y "cuentínimos") y en la prensa, así como de su libro Solsticio de infarto, donde recopila lo mejor de su columna Agua de azar, que aparece en Milenio. En este libro pueden leerse sus impresiones sobre temas tan distintos como los Beatles, los toros y el infarto que lo aquejó hace algunos años y le hizo cambiar su forma de ver la vida.
Enseguida, la parte medular de la reunión: una prolongada cuanto animada sesión de preguntas y respuestas en la que, entre chistes y anécdotas y mediante un lenguaje coloquial, respondió todo lo que el público le lanzó: preguntas sobre el origen de su carrera (el regalo de su primer cuaderno, a los 7 años de edad); sobre qué otro oficio le hubiera gustado tener (torero o historiador) o sus fuentes de inspiración ("la realidad a veces es más literaria que la literatura misma", respondió).
Fue una sesión de bastante interés para los alumnos de bachillerato, a juzgar por la cantidad y calidad de preguntas. El invitado les compartió sus impresiones sobre la facilidad actual para escribir en blogs y medios similares, a diferencia de décadas atrás; sobre la honestidad intelectual (escritores que pagan por que les escriban sus textos); las dificultades para ver publicado un texto; su proceso creativo (habló sobre lo importante que es "leer" el entorno y a las personas con las que uno convive) y, cómo no, sobre sus gustos literarios: dijo que en el mes de abril de cada año lee el Quijote, que su autor favorito por sobre todos los demás es Jorge Ibargüengoitia, aunque el libro que le recomendaría a alguien que solo pudiera leer uno en toda su vida sería precisamente el Quijote.
Cuando le preguntaron qué se siente ser escritor dijo que "es lo máximo", que experimenta una "satisfacción infinita" cuando sabe que alguien lo lee pero que, sin embargo, es una profesión que "duele" y conlleva un sacrificio. La literatura para él es la única máquina del tiempo que se ha inventado, con la que el lector puede trasladarse y vivir en otra época.
Para terminar leyó su cuento De regalo, lleno de fuertes referencias taurinas, literarias y ambientado en la ciudad de Madrid, donde actualmente vive.
Fuera de programa, el autor convivió un rato más con algunos alumnos, a quienes les autografió los ejemplares de Solsticio de infarto que sorteó entre ellos.



Quienes asistimos a esta plática tuvimos, en el transcurso de unos minutos, una buena lección de literatura y de postura ante la vida, invaluable para quienes aspiren a dedicarse a esta actividad.

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