Figura antropomorfa en Chiquihuitlán. |
Publicado originalmente en Letra Fría.
Como todos lo sabemos y su propio nombre lo indica, Autlán es un pueblo prehispánico, que ya contaba con importancia demográfica y política cuando llegaron los españoles. Entonces, no es extraño que en el pueblo y sus alrededores existan restos físicos de la cultura que habitó aquí.
Hasta hace tres décadas, dispersos en los potreros del oriente de Autlán, más allá del Libramiento Carretero, había unos montículos de tierra de varios metros de altura que, al excavarse, resultaban estar llenos de figuras de barro, tanto decorativas como utilitarias. En aquella parte del municipio también se han encontrado entierros rituales, con gran cantidad de los ornamentos propios de las sepulturas de los personajes importantes de esa época. Desafortunadamente, con el desarrollo de la agricultura en la década de 1980, esos terrenos fueron aplanados para la siembra extensiva de cultivos como el jitomate, con lo que estos montículos desaparecieron, a saber junto con qué otra clase de vestigios.
El norte del pueblo, entre el barrio de Los Arquitos y Ayutita, han sido encontrados a flor de tierra y al excavar un poco para alguna construcción, diversas figuras de barro de las conocidas como “monos hallados”, de hechura prehispánica. El historiador don Rubén Villaseñor acostumbraba explorar las dos zonas que comento, describiendo sus hallazgos en diversos escritos recopilados en el libro Autlán, recientemente reimpreso por el Ayuntamiento.
Aunque los que al parecer son los yacimientos más importantes de vestigios arqueológicos ya desaparecieron, barridos por el progreso económico y el desinterés de pobladores y autoridades del municipio (y del saqueo de piezas para el comercio, nunca investigado), todavía hay, escondidos en diversos puntos cercanos a Autlán, algunos rastros de nuestros antepasados remotos: tanto en el cerro Colorado como en el ejido de Chiquihuitlán existen petroglifos que, según el arqueólogo del Colegio de Michoacán Rodrigo Esparza López, quien los visitó en abril de 2013 acompañado por personal del Museo Regional y la regidora de Cultura, pueden datar de los primeros siglos en que estuvo habitado el valle, alrededor del V dC.
Además de círculos concéntricos y espirales, indicadores de la cercanía de cuerpos de agua, uno de estos petroglifos representa una figura humana con lo que parece ser una cola lo que, según el arqueólogo Esparza, representaría a un chamán.
Esto nos habla de la importancia de estos últimos restos de nuestra perdida riqueza arqueológica y de toda la información que puede darnos sobre nuestro pasado e identidad, si tan solo el Ayuntamiento de Autlán, como lo ha hecho el de Jesús María, Jalisco, estableciera un convenio de colaboración con alguna institución dedicada al estudio de este tipo de vestigios e hiciera las gestiones necesarias para protegerlos legalmente.
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