sábado, 10 de enero de 2015

Pérdida de patrimonio histórico

Parte del acueducto de Ayutita.

Publicado originalmente en Letra Fría.

Aprovechando que los precandidatos de los diferentes colores (cinco al momento de teclear esto), están en plena actividad para convencer a sus correligionarios y a sus posibles futuros votantes de la conveniencia de otorgarles nuestra confianza y la responsabilidad de la administración municipal y que, supongo, están muy receptivos a las opiniones de los ciudadanos sobre las necesidades del pueblo, me atrevo a hacerles una sugerencia desde aquí.
Existe en Autlán un problema que sistemáticamente se ha ignorado o, en ocasiones, se ha atendido solamente a medias: la pérdida y deterioro del patrimonio histórico.
Desde los emblemáticos ejemplos del hotel Valencia y de la torrecilla del reloj, donde se destruyeron fincas de alto valor histórico y arquitectónico (destrucción hecha por particulares con la complacencia de las autoridades o por las mismas autoridades) hasta casos en los que el deterioro es paulatino, como el de la Casa Universitaria o el acueducto de Ayutita, por solo citar unos pocos ejemplos. Autlán ha ido perdiendo en el último medio siglo una parte considerable de su identidad, sin que esto merezca una acción decidida por parte de las diferentes administraciones.
Aunque existe un reglamento del centro histórico de Autlán, normalmente solo se aplica a particulares que quieren hacer modificaciones pequeñas en sus propiedades, nunca a empresas o proyectos mayores (recordemos al arquitecto Felipe Mardueño intentando impedir la destrucción de la finca que ocupaba el espacio donde ahora está la plaza Vista del Sol, con este reglamento en la mano).
Los beneficios de la conservación de lo que queda de este patrimonio no son poca cosa: si no es suficiente el fomentar entre los autlenses un sentimiento de identidad con su pueblo, que redunde en un comportamiento más participativo y comprometido, podría considerarse el beneficio económico de explotarlo como atractivo turístico.
La sugerencia sería, entonces, considerar en sus programas de gobierno (sé que los tienen o los están conformando… por lo menos, eso espero) la aplicación seria del reglamento del centro histórico y las gestiones necesarias para la conservación del patrimonio que no queda comprendido en éste.
Ya veremos…

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