Tomado del folleto "Jaime Llamas García, una vida dedicada al servicio de la comunidad", publicado por la Benemérita Sociedad Mutualista de Empleados, Obreros y Artesanos de Autlán en julio de 1986.
Hay individuos que van por el mundo sembrando favores; que dejan a su paso una estela de recuerdos agradables, porque nunca escatiman su ayuda, y hacen el bien sin distingos de ninguna especie. Individuos que como lo expresara el excelso poeta ruso León Tolstoi:
"...el bien hicieron con ansia inmensa
sin esperanza de recompensa,
como las aguas del manantial."
Jaime Llamas es de esa clase. Provinciano de pura cepa, enamorado de la patria chica a la que siempre vuelve al término de las labores que le obligaron a abandonarla, breve o largamente, pero siempre de manera provisional. Sus estadías en la capital del Estado o de la República son simples exilios voluntarios, realizados siempre con responsabilidad y agrado, pero que jamás le retendrán más tiempo que el indispensable para la realización de su cometido, al término del cual se reintegrará a la quietud de su casa solariega.
Pero aquí o allá, como integrante del Congreso Federal, como tesorero municipal de Guadalajara, como secretario y síndico del Ayuntamiento autlense, como directivo de las múltiples agrupaciones de las que ha formado parte, o como simple ciudadano, su bonhomía, su generosidad sin límites, su espíritu de servicio e incluso su cartera, siempre estuvieron dispuestas a acudir en ayuda de quien lo requería.
Jaime Llamas vino al mundo un día 17 de agosto de 1897 en la finca conocida como El Retoño y que actualmente ostenta el número 102 de la calle Antonio Borbón.
Fue el tercero de cuatro hijos varones que procrearon don Mauricio Llamas y doña Donaciana García. Cursó su instrucción primaria en el Instituto Autlense y que en aquel entonces se conocía únicamente como "el Instituto". Fue condiscípulo de quienes posteriormente se convirtieron en notables abogados jaliscienses, los hermanos Víctor y Mauro González Luna, y también de quien muchos años después ocupó el cargo de ministro de la Defensa Nacional, gral. Marcelino García Barragán.
En el mismo Instituto, que estaba dirigido por el ameritado educador R.P. Manuel C. Silva, cursó dos años de educación preparatoria, aprobando entre otras materias, álgebra, francés e inglés.
En el año 1913, con el propósito de que abrazara la carrera sacerdotal, fue enviado por sus padres al seminario de la ciudad de Colima, población a la que se trasladó siguiendo la antigua ruta: El Grullo, El Limón, Tonaya, San Gabriel y Sayula; lugar este último donde abordó el ferrocarril que lo condujo a la capital del vecino Estado.
Por los disturbios que a nivel nacional ocasionara la intervención norteamericana al puerto de Veracruz en 1914 el seminario de Colima, igual que otras instituciones similares, cerró sus puertas y el adolescente Jaime tuvo que regresar al terruño.
Don Francisco Verduzco lo empleó en su establecimiento comercial ubicado en la esquina noroeste que forma la confluencia de las calles Nezahualcóyotl y Zaragoza y que poco tiempo después se fusionó con otro que el propietario tenía frente al mercado Juárez y que ya desde entonces ostentaba el conocido nombre de La Colmena. Allí prestó sus servicios como dependiente por espacio de un año.
Habiendo surgido una vacante en la tienda propiedad de doña Adela Blake viuda de Barragán, el joven Llamas dejó La Colmena y se trasladó a La Esmeralda ubicada en el extremo sur del portal Morelos, cuando éste lucía su antigua estructura colonial, similar a los otros tres que aún existen en los costados de los jardines Madero (Constitución) e Hidalgo.
Allí laboró 16 años consecutivos, hasta 1930, en que por sugerencia de un antiguo condiscípulo y a la sazón diputado al Congreso Estatal, sr. Salvador Rodríguez, fue designado secretario del Ayuntamiento, permaneciendo en el puesto hasta el año de 1939, correspondiéndole por lo tanto ser colaborador de varios presidentes municipales, como Alfredo Cuéllar Castillo, Serapio Ortega, Felipe Uribe, Ponciano Ponce, Juan González, José Ramírez y José Guadalupe Zamora, entre otros.
En el año de 1939 fue designado diputado al Congreso de la Unión, desempeñándose como tal hasta 1942 en que fue nombrado tesorero municipal de Guadalajara, durante la gubernatura del gral. Marcelino García Barragán; este empleo lo conservó hasta el año 1946 en que nuevamente volvió a ser electo diputado federal, para el trienio 1946-1948.
Las dos ocasiones en que ocupó la curul del XI Distrito Electoral en el edificio de la calle de Donceles, compartió las labores legislativas con personajes bastante connotados de la política nacional, tales como Leobrado Reynoso, Alberto Trueba Urbina, Manuel Bernardo Aguirre, Rubén Figueroa, Alfonso Corona del Rosal, Juan Gil Preciado, Luis Ordorica, Blas Chumacero, Antonio Nava Castillo, Florencio Salazar, Jacinto López, Aquiles Elorduy, Braulio Maldonado, Carlos Sansores Pérez, Lauro Ortega Martínez y Rodolfo González Guevara, entre otros.
Al término de su segunda gestión y rehusando quedarse en la capital de la República, a pesar de los reiterados ofrecimientos de empleo que le hicieron muchos de los compañeros de la Cámara, volvió al terruño, dedicándose a la administración de su rancho, sin dejar de tener participación en todas aquellas labores que de una u otra forma beneficiaban su pueblo, actitud que observó siempre, hasta que los años, al minar su salud, lo han obligado a recluirse en su casa, de la cual sale esporádica y brevemente.
Corría el año 1920; el joven Jaime acostumbraba frecuentar la zapatería que en sociedad habían formado su hermano Mauricio, Felipe Uribe y Gildardo Michel y que se localizaba por la calle Obregón, anexo al predio donde actualmente se ubica el Cinerama Autlán. Allí, en medio del calor de la camaradería, Felipe, que recientemente había vuelto de Yucatán en donde conoció la filosofía del mutualismo, logró contagiar con su entusiasmo a otros jóvenes y algunas personas maduras, para formar una "Sociedad Mutualista", la que finamente se constituyó el 1 de septiembre de ese mismo año. Don Jaime fue socio fundador y posteriormente presidente en varias ocasiones. Desde su fundación, don Jaime ha sido uno de los pilares más solidos del mutualismo autlense.
En 1937 y con motivo de la inauguración de la biblioteca pública "Paulino Navarro", vino a Autlán el ministro de Educación Pública don Gonzalo Vázquez Vela, don Jaime aprovechó las buenas relaciones existentes entre el ministro y nuestra paisana la srita. Domitila Colmenares Adame y con la colaboración de otras personas, entre ellas don Felipe Castañeda, en cuya casa se ofreció una comida a la que asistió el entonces diputado Salvador Rodríguez, le hizo saber al ministro la necesidad de formar una escuela de segunda enseñanza, el éxito coronó el proyecto de don Jaime. El ministro favorablemente impresionado hizo la promesa de crear una escuela secundaria "por cooperación", para la cual habría una aportación mensual de la Federación, de 400 pesos, otra cantidad igual por parte del Estado y 100 pesos del Ayuntamiento. Antes de cumplirse un mes, la escuela estaba funcionando.
Don Jaime también formó parte del primer plantel de maestros que tuvo como director al maestro Ignacio Cárdenas Ochoa, tocándole impartir la clase de inglés, que abandonó para ir a ocupar su escaño en el Congreso de al Unión.
Tiempo atrás, siendo todavía secretario del Ayuntamiento, fue invitado por el médico municipal, dr. Luis Enrigue Villaseñor, a presenciar y ayudar en la curación de una persona que había sido herida en el abdomen por arma blanca.
La penuria del entonces llamado "Hospital", en donde en forma totalmente rudimentaria y valiéndose de licor a manera de anestésico se realizó la intervención quirúrgica, hizo nacer en don Jaime la idea de construir un verdadero hospital. El proyecto mereció la total aprobación del médico municipal y se pusieron de inmediato manos a la obra.
Valiéndose de la amistad que ambos tenían con el sr. Elías Hurtado, quien contaba con relaciones en México, por haber sido diputado por el Distrito, con el lic. José Benítez, exgobnernador del Estado y en ese tiempo subsecretario de Gobernación y posteriormente titular de la dependencia, se trasladaron a la capital don Jaime, el doctor Enrigue y el sr. José Flores Galindo.
Las relaciones de los políticos autlenses en la capital fueron decisivas y el propio jefe del departamento de Salubridad, dr. Gustavo Baz, donó $100,000.00 como ayuda para la construcción del hospital.
Por esos días terminaron los trabajos de construcción del puente de El Corcovado. Don Jaime encabezó la comisión que brindó un convivio al ing. Leonides Villafuerte, jefe de la delegación de Comunicaciones y Transportes en el Estado, quien hizo la inauguración de la obra y al ing. Jaime J. Merino, constructor del puente. El agasajo les valió el obsequio de vigas de fierro, varillas, cemento y madera, materiales con los que se inició la construcción del hospital.
Don Marcelino García Barragán, gobernador del Estado, hizo una aportación de $10,000.00 y obtuvo que por mediación del dr. Pascasio Gamboa, ministro de Salubridad, la secretaría a su cargo creara un subsidio de $30,000.00 anuales.
El lic. Víctor González Luna hizo una generosa aportación de 100,000 pesos. La dirección de la obra fue encargada al sr. José Gómez Llamas.
Durante la presidencia del profr. Francisco Espinoza Sánchez vino el ministro de Salubridad. Quedó tan gratamente impresionado y satisfecho del avance de la obra y de la manera como se habían estado administrando los fondos, que ofreció que la secretaría a su cargo terminaría el hospital.
Merecidamente don Jaime presidió el primer patronato del hospital, que contó también entre sus integrantes a los doctores Alfredo Avelar y Carlos Ramírez.
Igualmente tocó a don Jaime formar parte del grupo fundador de la Escuela Preparatoria Regional Autlense, proyecto que se gestó en la casa del señor Miguel Gómez Mancilla, y cuando el proyecto comenzó a convertirse en realidad, fue administrador de los fondos que se recaudaron para la construcción del edificio, cuya edificación tocó dirigir al ing. Jorge Michel Gómez. Los fondos fueron recaudados durante las fiestas de Carnaval de 1965, siendo presidente municipal el dr. J. Jesús Velázquez Gómez, en cuyo mismo periodo se gestionó la construcción de la Escuela Técnica Agropecuaria.
Se desempeñaba como secretario particular del presidente Adolfo López Mateos el lic. Agustín Yáñez, con quien don Jaime tenía gran amistad. Mediante la intervención del lic. Yáñez ante el secretario de Educación Pública lic. Víctor Bravo Ahúja se dieron los primeros pasos. Fue el propio don Jaime quien hizo viaje a la capital de la República, con resultados muy favorables. Después de la entrevista con el ministro, solo quedó pendiente el aval del gobernador del Estado, profr. Juan Gil Preciado, quien lo extendió sin reticencias y la escuela se hizo realidad.
Al dr. Velázquez lo sustituyó en la presidencia municipal Heriberto Corona Estrada, quien tuvo la idea de construir un aeropuerto regional. Para ello solicitó la ayuda de don Jaime, quien secundó el proyecto y participó activamente y con éxito en la tarea de convencer a otros tres propietarios de terrenos colindantes: don Felipe Castañeda, a los herederos de don Juan Salomón y a don Everardo López Alcocer, administrador de los bienes del señor José Flores, habiendo obtenido la anuencia de todos para la escrituración de 2.5 hectáreas de terreno por cada parte, en favor del municipio, en donde finalmente se construyó el aeropuerto.
La intervención de don Jaime Llamas fue también determinante para que se celebrara en Autlán el XIV Congreso Nacional Mutualista.
Supo valerse de los medios y las personas idóneas para lograr en primer lugar, la designación de la sede, y luego interesar y lograr la colaboración del gobernador del Estado para que el Congreso se realizara en nuestra ciudad, con un éxito extraordinario.
Algo que merece mención especial, porque muy pocas personas lo saben, es que fue, gracias a las gestiones que realizó durante su primera actuación como diputado, que muchas de las propiedades de la Iglesia que el Gobierno incautó y que iban a ser subastadas entre particulares, fueron adjudicadas a los municipios donde se encontraban.
El entonces presidente de la República, gral. Manuel Ávila Camacho, aceptó de buen grado la iniciativa, y de esta manera pasaron a ser propiedad municipal la finca conocida como El Diezmo, donde actualmente se encuentra el jardín de niños Josefa Ortiz de Domínguez y la Cruz Roja, la finca de la escuela de Emilita Velazco, que posteriormente fue adquirida por el sr. Jesús Villaseñor, el curato de El Chante, el convento de Ejutla, el edificio donde se ubica la presidencia municipal de El Grullo y el curato de Juchitlán.
Mérito mayor corresponde a una altruista labor que don Jaime ha desempeñado calladamente a lo largo de su vida. Muchos de los profesionistas autlenses de extracción humilde deben en gran parte su carrera a la desinteresada ayuda que el sr. Llamas les proporcionó, animándolos a matricularse en la incipiente escuela secundaria, consiguiéndoles empleo, proporcionándoles la alimentación en su propia casa, gestionándoles becas para proseguir sus estudios en la capital o dándoles dinero directamente.
Muchos fueron los estudiantes autlenses que recibieron trabajo en la tesorería municipal de Guadalajara, trabajo en horarios especiales que les permitía continuar estudiando. Gracias a ello pudieron lograr su carrera.
Puede decirse, sin exagerar, que muy pocas son las obras positivas realizadas en Autlán, en donde don Jaime Llamas no haya tenido participación. Pocos como él pueden ufanarse de una labor tan fructífera y al mismo tiempo tan desinteresada. Con justicia, la BSMEOA, de la cual él puso los cimimentos, le rinde merecido homenaje.
Muy merecido el recordar a este perosanje.Don Jaime LLamas García fue vecino del barrio del Combate a lo largo de su vida por la calle Zaragoza, muy cerca de donde tubo su primer empleo y por lo tanto fue mi vecino. En esta biografía, ahora me doy cuenta quien fue el propietario del establecimiento de las calles Nezahualcóyotl y Zaragoza, Don Francisco Verduzco.
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