domingo, 29 de septiembre de 2013

Leer a don Antonio



El pasado viernes 20 de septiembre el Centro Universitario de la Costa Sur realizó un merecido homenaje al filólogo autlense Antonio Alatorre imponiéndole su nombre a su biblioteca, la más importante de la región. Conocida como es la aversión de don Antonio a los homenajes (oropeles, como les llamaba), su hija Silvia, quien estuvo presente en el acto, dijo en entrevista para Radio UdeG que su padre hubiera estado muy orgulloso de que una biblioteca de Autlán llevara su nombre pero que seguramente diría que “el mejor homenaje que pueden hacerme es leer mis libros y mis artículos”.
Atendiendo esta sugerencia, hoy me atrevo a recomendar uno de mis libros favoritos de los que componen la dilatada obra de don Antonio: El brujo de Autlán. Aunque nuestro pueblo estuvo presente en muchas de sus publicaciones, especialmente en su novela póstuma La Migraña, casi siempre acordándose de la vida cotidiana mientras vivió aquí y, con señalado cariño, de su maestra María Mares, este libro es especialmente atractivo por conjugar su erudición en la lengua española, su prosa llana e irónica y un elemento de microhistoria.
Basado en el expediente del proceso que se llevó en la Inquisición contra el autlense Marcos de Monroy por el delito de brujería, hallado por casualidad por don Antonio en el Archivo General de la Nación, en El Brujo de Autlán se detallan los delitos por los que se le acusaba, en un contexto de novela picaresca ambientada en el Autlán colonial, tan poco conocido por los autlenses contemporáneos.
A esto está dedicada la primera mitad del libro, que concluye con un breve comentario del autor donde analiza la personalidad de Marcos de Monroy y sus personajes, además de describir la forma de vida de Autlán en su época, según la percibió después de la lectura de los oficios. Este comentario es sumamente entrañable para los lectores autlenses, dada la cercanía del tema y la forma de desarrollarlo. “Ninguno de los personajes me es indiferente, y lo que siento por algunos –Marcos, desde luego, y varios otros, comenzando con Ana de Contreras- es una descarada simpatía. A algunos de ellos, hombres y mujeres, les pongo rasgos de personas que conocí de niño en Autlán”, dice Alatorre en el comentario.
La segunda parte del libro es un Apéndice documental, que en realidad ocupa la mitad del volumen, donde se transcriben completas todas las actas que componen el proceso contra Monroy. La primera edición de El Brujo de Autlán se publicó en 2001 por la editorial Aldus con un tiraje de apenas 1000 ejemplares, aunque 2011 se presentó una segunda edición de la que todavía se pueden conseguir ejemplares, que están a la venta en el CUCSur.

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