jueves, 10 de enero de 2013

Los componentes de la chirimía




Por Manuel López Morales


Chirimía o dulzaina
Términos que se han aplicado indistintamente para nombrar instrumentos de doble lengüeta, que originalmente cada uno eran variantes de este tipo de aerófonos. Chirimía, por ejemplo, según Felipe Pedrell en su Diccionario Técnico de la Música, dice: "… era una especie de oboe trabajada groseramente y taladrada por nueve agujeros laterales, seis únicamente destinados a taparse por medio de los dedos. Hubo Chirimías de varios tamaños…”; esto y descripciones ideográficas antiguas muestran particularidades de este instrumento como la disposición tanto de los hoyos de obturación cerca de la cámara, como los hoyos para afinarlo, ubicados cerca del pabellón, en número que variaba de uno a tres, en la versión denominada soprano, muy influida en el centro del país, y que coincide con la descripción de Pedrell; dos, en la tenor, también adoptada en el Centro y Sur, entre los zapotecas. Finalmente uno, caso singular de adaptación de este instrumento entre los nahuas de Guerrero.
Respecto a la forma en que se coloca la doble lengüeta en estos instrumentos existen dos versiones: una en que la lengüeta se amarra en una especie de tubo cónico – tudel – fijo a una parte que es desprendible del cuerpo, y otra en que las lengüetas forman con el cordón que las sujeta al tubo, una especie de tapón que se introduce y ajusta en el cuerpo del instrumento.
Los materiales empleados originalmente para la manufactura de lengüetas era de carrizo o palma, pero esta fue ampliada entre culturas indígenas con otros materiales como el cuero o el latón, y más recientemente el plástico; asimismo mientras en algunas culturas permaneció este tipo de instrumento con las configuraciones originales, en otras el cuerpo del instrumento tuvo algunos cambios.
Respecto de las dotaciones, las crónicas hablan de dos versiones: una en que se agrupaban varias chirimías de diferentes tamaños acompañadas por un redoblante, como fue asumido entre los purépechas, y otra en que dos de diferente tamaño, una soprano y otra tenor, se hacían acompañar por un redoblante, versión que se extendió al Occidente, al Sur entre los zapotecos y en la Huasteca; de esta última habría de surgir otra modalidad con la incorporación del membranófono de origen mesoamericano denominado en náhuatl “Huehuetl”, en el centro del país.
La chirimía, según se menciona en algunas crónicas europeas del Renacimiento participaba en eventos públicos y populares. Este instrumento fue introducido entre los indígenas por los militares y sus descendientes, pero su auge se suscitó con los misioneros.
La dulzaina parece que sólo influyó con algunas características que se amalgamaron a las de las chirimías. Según algunas descripciones contaban con seis agujeros en la parte superior y uno en la inferior; representaciones gráficas de ese entonces la muestran con “tudel”, es decir, con un tubillo pegado al cuerpo el que sujeta las lengüetas, de carrizo, de menores dimensiones que las de la chirimía. La única versión conocida de instrumento que, se asemeja a la antigua dulzaina, se desarrolló en la mixteca alta. Otra versión particularmente interesante, cuyo origen se remonta a la Colonia entre los nahuas y sus descendientes, en la región entre los estados de Colima y Jalisco; tiene los hoyos dispuestos como la dulzaina, con la peculiaridad de contar con cuatro lengüetas de palma en vez de dos, característico en antiguos instrumentos orientales; amarradas al tubillo formando una especie de tapón, son introducidas en el cuerpo, este instrumento debe corresponder a una de las versiones antiguas que después decayó incluso en Europa. Este tipo de aerófono en Europa recibió mayor atención en su elaboración como el agregarles llaves, aspecto que no se desarrolló en México, ni como dulzaina ni como chirimía.
Crónicas de la Conquista y primeras épocas de la Colonia mencionan el uso de aerófonos de boquilla que, al igual que en otros instrumentos, existieron en diferentes versiones y nombres.
Las modificaciones con la terminología llevan la intención de simplificar y evitar confusiones, como la generalización a partir de nombres propios y específicos de unos instrumentos no generalizados en México para tipificar otros; por ejemplo: En vez de llamar “ tipo oboe “ a una variedad de aerófonos, se hace referencia a sus cualidades morfológicas más características como el filo que se ataca con una columna de aire, la forma de su cámara, o se utilizan nombres generalizados dentro de una variedad, como las Chirimías, esto es, en vez de nombrar dulzainas y/o Chirimías simplemente diremos Chirimía y así abarcaremos todo este tipo de instrumentos.
Las Chirimías han variado mucho durante los últimos 400 años. También debe tenerse en cuenta que la construcción artesanal, sumada a la sencillez de su diseño y la variedad de países y lenguas donde se ha utilizado, han creado ciertas ambigüedades respecto al modelo concreto de instrumento nombrado de esta forma.



Tambor
Los tambores tubulares y de marco entre otros tipos de tambores que trajeron los soldados tuvieron gran acogida entre los indígenas, aunque no todos fueron influenciados en estas culturas, por lo menos directamente por los militares. Aun hoy en la actualidad aerófonos de lengüetas y boquillas son acompañados por tambores de dos parches y no timbales como lo hacían los soldados. Las características principales de los atambores o tambores se basan principalmente en aros rígidos para tensar uniformemente ambas membranas (parches de cuero) mediante una cuerda que pasa de aro en aro a lo largo del tubo ( madera ); el bordó o entorchado, cuerdas sujetas diametralmente en la membrana que no se percute, para que por resonancia golpeen la membrana, redoblando los golpes de la percusión, por lo que también se denomina redoblantes a este tipo de instrumento; la ejecución con barras de madera “baquetas” de los cuales existían versiones parecidas entre las culturas indígenas pero que solo se utilizaban en idiófonos.
Los frailes enseñaron su construcción así como su ejecución en sus escuelas para los actos religiosos, popularizándose en las culturas indígenas de ese entonces como lo infiere el comentario de Torquemada en su Monarquía Indiana L.XVIII c.III “…una cosa puedo afirmar con verdad: que en todos los reinos de la cristiandad no hay tanta copia de flautas, Chirimías, sacabuches, orlos, trompetas y atabales como sólo este reino de la Nueva España…” El tambor es el compañero rítmico en el grupo de la Chirimía en los diferentes géneros musicales, es por eso que decimos que “…para que exista música de Chirimía tendrá que haber tambor y Chirimía…”.

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