Esta noche comenzaron los festejos del Primer Encuentro de Danza Latinoamericana en un salón Mutualista prácticamente lleno, con aproximadamente 700 personas. El evento comenzó a las 20:20 hrs. y, aunque el lugar no tiene las mejores características de visibilidad y acústica, se instaló un buen equipo de sonido y un sistema de iluminación que resaltaba todo lo que ocurría sobre el escenario, por lo que pudo ser disfrutado por los asistentes sin mayores inconvenientes.
Las actividades de esta noche se realizaron en dos partes, en cada una de las cuales cada grupo dancístico presentó una estampa, todas de muy buena calidad.
La noche la abrió el grupo Terpsícore, de Cali, Colombia, con un número que muestra la influencia africana en aquél país. La música (cumbia), con fuerte presencia de percusiones, la ejecución del baile en forma grupal y el uso de fuego, presentado en velas que portaban cada una de las bailarinas, refuerzan la personalidad negra de este país.
El segundo lugar de la primera parte de la velada le correspondió al grupo Perú, Ritmo y Color, que mostró una estampa con música indígena andina. Sus vestuarios son muy coloridos y ornamentados, que a mí me recordaron a los de algunos lugares del sureste mexicano. Aunque en este baile participan bailarines de ambos sexos, se ejecuta en grupo, prácticamente sin formación de parejas.
Después de los peruanos tocó el turno del grupo Sangre Mocoví, de Santa Fe, Argentina, representado por una sola pareja, conformada por su director, el maestro Fernando Vázquez y la co-directora artística, Yamila Blanco. En esta primera intervención presentaron un número de la región norteña de Argentina, con los bailes firmeza, cueca y bailecito. En estos, contrario al estereotipo de lo argentino, la música y el vestuario corresponden a una influencia española desarrollada en un ambiente campirano, notorio sobre todo en el vestuario femenino.
El grupo Venezuela Baila presentó enseguida un número cuyas influencias africanas son innegables, aunque con más matices europeos que la estampa colombiana, estando la música de ambos países bastante emparentada, sobre todo en el uso del acordeón y las cuerdas. La primera parte de la estampa la presentó un grupo de cuatro mujeres, para luego integrarse los bailarines y ejecutar baile de parejas.
La primera parte de la velada la cerró el ballet La Grana, ampliamente ovacionado por el público. En la primera parte presentaron una estampa veracruzana con los grupos mayor e infantil, haciendo gala de la calidad y el dominio del escenario al que nos tienen acostumbrados. Ambos grupos juntos ejecutaron la pieza La Bamba, en la versión de Lila Downs.
Después de este recorrido por el folclor veracruzano se realizó un intermedio de unos 15 minutos. En este tiempo se pudieron recorrer los puestos que algunos artesanos autlenses colocaron dentro del salón.
Desafortunadamente el grupo Estampas Panameñas no pudo llegar por problemas con su vuelo, por lo que no lo pudimos ver esta noche.
Si en el cierre de la primera parte el público vibró con la actuación del ballet La Grana, lo hizo todavía con más fuerza cuando este mismo grupo abrió la segunda parte del evento. Para hacerlo estrenaron una pieza inspirada en el Carnaval de Autlán, con énfasis en el aspecto taurino de esta fiesta. La pieza comenzó con la actuación de la chirimía López Peña, que entró al salón ejecutando varios sones, entre ellos Viva Autlán, para dirigirse al escenario y hacer un recorrido que remite a las albas que se hacen diariamente durante el Carnaval.
En seguida, tres bailarines ejecutan una rutina de pasodobles con indumentaria de toreros, para seguir con un baile grupal realizado por manolas. La parte medular de este baile es la representación de una corrida de toros, con todos sus momentos, desde que se parte plaza hasta la muerte del toro.
En su segunda intervención, Sangre Mocoví ya presentó algo de lo que en todos lados conocemos como netamente argentino. Fueron una milonga y un tango, con reminiscencias al Buenos Aires arrabalero de principios del siglo XX. El único baile de esta noche con personalidad urbana, con un gran sentido de erotismo y elegancia.
Para su segunda intervención Venezuela Baila presentó el número Raíces. Aquí, el grupo presenta el proceso de formación del baile tradicional llamado joropo, con origen en el fandango español. El número comienza ejecutando precisamente esta última danza, con música y vestuario andaluces, al que se le van añadiendo ritmos africanos e indígenas hasta llegar al joropo.
Raíces, con Venezuela Baila.
Perú, Ritmo y Color trajo para esta segunda participación otra danza de orígen indígena con indumentaria muy colorida y adornada. En esta ocasión también hicieron un baile grupal, sin formación de parejas, aunque con la participación de tres personajes con máscaras grotescas y vestimenta española, en lo que acaso sea una representación de los conquistadores españoles.
Perú, Ritmo y Color.
La noche la cerró el ballet La Grana, ahora con una estampa jalisciense. Para esto se acompañaron con el Mariachi Juvenil de Óscar Rosales, que entró al salón tocando Viva Autlán, para instalarse a un lado del escenario a ejecutar varios sones jaliscienses, como La Vaquilla, La Negra y otros, cuyos acordes eran seguidos en el escenario por los integrantes del ballet. Un número muy vistoso, al que hasta los integrantes de los otros grupos estuvieron fotografiando para el recuerdo.
El ballet La Grana y el mariachi Juvenil de Óscar Rosales ejecutando estampas jaliscienses.
Las actividades del encuentro de danza continuarán la tarde de este domingo (comienza a las 18:00 hrs.) con números distintos de parte de cada grupo. Todavía hay boletos, que se pueden adquirir en las taquillas del salón Mutualista.
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