Cuando en el siglo XVI el rey de España decidió acometer la conquista de las Filipinas mandó construir un astillero en el puerto de Navidad (actual Barra de Navidad) para ahí construir los galeones que irían a la conquista. El encargado de hacer ese trabajo fue el capitán Juan Pablo Carrión. En el puerto de Navidad los españoles construyeron además de sus casas una galera de madera con techo de paja para trabajar bajo la sombra, además como era su costumbre en cualquier lugar donde se asentaban, colocaron una cruz grande de madera que dominaba toda la congregación.
Después que se construyeron los buques y salieron a la conquista de Filipinas llegó al puerto el corsario holandés Francisco Chambrío, que le prendió fuego a lo que quedaba del asentamiento español y además hizo meter la cruz de madera dentro de la galera en llamas para que ardiera mejor. Cuando llegaron los españoles de los pueblos cercanos encontraron todo en cenizas, a excepción de la cruz, que estaba intacta.
El vecino Antón Chavarín recogió la cruz y con el pretexto de llevarla al convento de Autlán se la llevó a una huerta de cacao que tenía cerca de Navidad, donde la tuvo por algunos años, donde también ocurrió un incendio que tampoco la afectó.
Algunos años después, ya fallecido Antón Chavarín, Antonio de Aguayo se llevó el brazo de la cruz a una huerta suya cerca de Autlán donde mandó ponerle la parte faltante de otra madera, que se carcomía pronto, mientras la parte original permanecía intacta. Varios años más tarde, Alonso de Monroy, vecino de Autlán, encontró la parte faltante de la cruz original en la huerta que fue de Antón Chavarín y se la llevó a Autlán, embonando perfectamente con la parte que se había llevado Antonio de Aguayo. Ya completa la cruz fue llevada al convento franciscano de Autlán, donde se le pusieron molduras doradas y cobró fama de milagrosa, por lo que personas de varias partes de Nueva España y Nueva Galicia solicitaban astillas o rajas de la cruz para llevarlas como reliquias, lo que fue mermando su tamaño.
Algunos años después, ya fallecido Antón Chavarín, Antonio de Aguayo se llevó el brazo de la cruz a una huerta suya cerca de Autlán donde mandó ponerle la parte faltante de otra madera, que se carcomía pronto, mientras la parte original permanecía intacta. Varios años más tarde, Alonso de Monroy, vecino de Autlán, encontró la parte faltante de la cruz original en la huerta que fue de Antón Chavarín y se la llevó a Autlán, embonando perfectamente con la parte que se había llevado Antonio de Aguayo. Ya completa la cruz fue llevada al convento franciscano de Autlán, donde se le pusieron molduras doradas y cobró fama de milagrosa, por lo que personas de varias partes de Nueva España y Nueva Galicia solicitaban astillas o rajas de la cruz para llevarlas como reliquias, lo que fue mermando su tamaño.
A continuación transcribo uno de los supuestos milagros de la cruz del astillero asentados en la crónica de fray Antonio Tello, referido por Alonso de Monroy:
En tiempo que fue alcalde mayor de este pueblo el capitán Tomás Vizmanrique hubo un incendio en las casas reales de este pueblo , que se quemaron y abrasaron todas, y pared y medio de las dichas casas tiene sus casas doña Isabel de Aguayo, comunicándose en muy pequeña distancia los xacales de las dichas casas, y teniendo el viento contrario las casas de doña Isabel, es público y notorio el milagro de la Santa Cruz, que hallándose presente el capitán don Joseph Guerra, que hoy es clérigo presbítero, a la vista de todos los que acudieron al fuego, sacó de la bolsa un pedazo de palo de la Santa Cruz, y en voz alta dijo: Por los méritos de tu Santa Cruz, libra señor Dios a esta pobre viuda su casa, y tirando con la dicha Santa Cruz, cesó el viento y volvió otro en pro conque se fue a pique toda la cubierta de las casas reales y quedaron libres las de la dicha doña Isabel, siendo más altas y tan cercanas, que fue conocido milagro de la Santa Cruz.
Actualmente lo que queda de la cruz del astillero está en el curato de la parroquia del Divino Salvador, lo que fuera el convento franciscano de Autlán y está a la vista del público como se ve en las fotos. Los milagros pueden ser o no ciertos, pero lo que sí es cierto es que esta cruz debe ser considerada una reliquia histórica por su antigüedad y por las peripecias que ha pasado.
Fuente:
Templos del municipio de Autlán de Navarro
Bertha Alicia Gutiérrez Lugo
Editorial Amate, 2004
OYE MEMORAUL QUE CHIDO QUE PONES LEYENDAS EN EL BLOG... PORQUE AL PASO QUE VAMOS SON HISTORIAS QUE PUEDEN PERDERSE Y ESTA ES UNA BUENA FORMA DE NO OLVIDARLAS... ENHORABUENA...
ResponderEliminarAY QUE SERIA ME SENTI.
SONIA V
Gracias por compartir esta historia...muy interesante!! saludos y espero que sigan compartiendo mas de éstas.
ResponderEliminarAsí será; ayúdenos también a compartir. Saludos y gracias por su comentario.
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