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La Guishi Funk en plena acción. Foto de Adrián López. |
Desde la década de 1970 el
Carnaval de Autlán comenzó a diversificarse. En esos años, cuando la fiesta
principal de Autlán era organizada por la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y
Material se introdujo la idea de que los autlenses y visitantes tuvieran acceso
a una mayor variedad de actividades y no solo a las que se desarrollaban en la
plaza de toros o en los salones de baile. Así nació lo que en algún tiempo se
llamaría FestiCarnaval Popular, luego simplemente programa cultural y sus
derivados recientes, como el Teatro del Pueblo y el Carnaval Alternativo,
concebidos como una forma de atender a los segmentos de la población que
demandan formas de festejar diferentes.
En el Carnaval de 2024 no faltaron
el Teatro del Pueblo, esta vez ubicado en la calle Ernesto Medina Lima del
centro de Autlán, ni el Carnaval Alternativo, en su sede habitual de la
Alameda, que ocupa desde su primera edición, en el Carnaval 2015. En ese
espacio, cuya historia como lugar de esparcimiento y encuentro ya rebasa ampliamente
el siglo, se desarrolló durante las noches del viernes 9 y del sábado 10 de
febrero, una serie de conciertos de bandas locales, o conformadas en parte por
músicos locales, que ofrecieron un amplio abanico de estilos, géneros y, en
algunos casos, propuestas originales, que esta vez contaron con una sonorización
más adecuada para la apreciación de su trabajo.
El escenario de la Alameda fue el
centro de la celebración del Carnaval Alternativo; al fondo de él, sujeto a las
columnas que lo complementan desde su construcción, lució el mural Efímero,
de la artista autlense Carmen Dom, una abstracción de color y brillo logrado
mediante trazos firmes y formas y colores contrastantes, una representación
visual del Carnaval. Ella explicó, cuando se realizó la inauguración formal del
Carnaval Alternativo, que realizó esta obra a petición, “urgente”, de las
autoridades municipales; dijo que plasmó “los elementos de un carnaval, pero de
manera más alternativa y urbana, su nombre representa lo efímero de las fiestas
y de la estadía del mural en el escenario”.
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Lilith en el escenario, con Efímero como fondo. |
Entre Efímero y el
alternativo público de la región se presentaron catorce propuestas musicales,
diversas, arriesgadas algunas, otras más convencionales. El público, por cierto,
fue tan diverso como las bandas que subieron al escenario: se podían ver lo
mismo adolescentes que conocían a la perfección la música de las bandas más
nuevas que chavorrucos de escaso cabello y abdomen abultado, señores de la
tercera edad y niños. Nos llamó la atención la discreta presencia de camisetas
de grupos de rock, que en otros tiempos eran la constante en los conciertos de
este tipo, de entre ellas eran mayoría en este Carnaval Alternativo las que
recordaban a Nirvana, muy por encima de las de bandas metaleras. Los encargados
del sonido hacían sonar, mientras la siguiente banda se preparaba para tocar,
canciones clásicas del rock de otras décadas: varias veces escuchamos Sultans
of swing y La Grange, pero también música de AC/DC, Caifanes y otras
bandas.
El ánimo general fue, como
siempre, festivo, de apoyo a quienes estaban sobre el escenario, aunque, también
como siempre, fue de menos a más: las primeras bandas de cada jornada tuvieron
que tocar para muy pocas personas, mientras que las estelares ya lo hicieron para
un público numeroso y animado.
La jornada del viernes 9 de
febrero comenzó poco después de las 18:30 horas, con la actuación del rapero
Suburban Free, quien cedió el escenario a la banda Los Hijos de Pérez,
integrada por viejos lobos de mar como Israel Iglesias en la batería y Carlos
Arteaga en la guitarra y voz, complementados con otra guitarra y una muy buena
voz femenina. Ellos interpretan lo que llamaron “nuevos oldies”, es
decir, música que fue popular en los años 1990 y 2000: The Sacados, Britney Spears,
La Ley, Guns n´ Roses…
La siguiente banda subió al escenario
ya con un poco de más público. Fue el cuarteto Lilith, integrado por cuatro
jovencísimas chicas autlenses que ofrecieron un concierto de rock de
aproximadamente media hora, con la alineación básica de este género: bajo, dos
guitarras, batería y voces. Aunque no fue este precisamente su debut, sí fue
una de sus primeras presentaciones. El cuarto turno fue para el cantante Alí
Sosa, quien se presentó acompañado de batería, dos guitarras y bajo para cantar
versiones rockeras de canciones como Maracas, de Joan Sebastian, De
rodillas te pido, de Pepe Sosa (su padre), entre muchas otras,
originalmente compuestas en otros géneros.
La Factory fue la siguiente banda
sobre el escenario, integrada por nueve músicos originarios de Autlán y de El
Grullo (batería, percusiones, bajo, guitarras, teclados, saxofón, voces) que
tocan versiones en ska de piezas como Provócame, Mal bicho o el
himno grullense Rompiendo el silencio. A estas alturas ya podíamos decir
que veíamos a las bandas estelares de la noche, lo que se confirmó con la
actuación de Night Secrets, banda autlense de rock/metal que se ha vuelto
recurrente en los escenarios de la región en los últimos años y que en esta
velada aportó una dosis de energía, que se manifestó bajo el escenario con el
slam, los aplausos y otras expresiones de aprobación y de buena comunicación entre
el público y los músicos. Con una alineación integrada por dos guitarras, bajo,
batería y voces, Night Secrets tocó música de su propio repertorio, desde las
conocidas Ya no regreses o Extrayendo mis demonios hasta un par
de estrenos.
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Night Secrets. |
El último turno de la noche fue
para el debut autlense de la banda tapatía La Vida Mía, del que se había
formado una gran expectativa desde el anuncio del programa del Carnaval
Alternativo. Integrada por Lalo en la guitarra, Richie Arreola (Belanova) en el
bajo y los autlenses Itzel Vidrio en la voz y Tavo Álvarez en la batería, La
Vida Mía tiene un estilo que mezcla géneros como hip hop, rock y pop con letras
(compuestas por Itzel) en las que se abordan temas sociales como la violencia
de género, feminismo (Amén) o que asemejan versiones femeninas de las letras
típicas del reguetón (El gato). Aunque esta banda no había debutado en
Autlán y su historia no es aún muy larga, ya había un sector del público que coreaba
sus letras completas.
La segunda jornada del Carnaval
Alternativo, la tarde del sábado 10 de febrero, comenzó a la misma hora que la
del viernes, con la actuación de la banda autlense de rock Vanilla Creep, que interpretó
algunos covers para dar paso a una propuesta de las más novedosas que pudimos
ver en este par de veladas: Tamal 8, una mezcla de secuencias electrónicas y
bajo eléctrico ejecutados por una misma persona, que se hace acompañar en el
escenario por un maniquí enmascarado. Una experiencia sonora y visual que hay
que vivir.
Los Miopes subieron enseguida al
escenario para tocar algunos covers a canciones de rock en inglés y en español,
pop y hasta grupera, mezcladas con un par de piezas originales, cediendo el
lugar a Los Náufragos, que tocaron una sesión de jazz en la que interpretaron
versiones a piezas conocidas, como Watermelon man o Take five.
Los Náufragos alinearon con Martín Rivera en las percusiones, Efrén Ramírez en
el bajo, Omar de Dios en la batería y Daniel Becerra en el saxofón, con el
refuerzo del guitarrista colimense Juan Manuel Jiménez.
Ante la ausencia, por causas de
fuerza mayor, de la banda Doc Rock, subió al escenario el rapero Giovanni
Landeros, quien abrió su breve actuación con la pieza Chiquero. Kortlivad
sería la penúltima banda de esta jornada; con un sonido potente y ya bastante
maduro lograron prender por primera vez en la velada el slam, entre el público
ya numeroso (para los estándares rockeros regionales) que los sigue a sus
presentaciones. Su concierto duró casi una hora, en la que interpretaron mayoritariamente
su propia música.
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La Guishi Funk. |
El número estelar de esta segunda
jornada fue el reencuentro de La Guishi Funk con el público autlense, luego de
varios años de no presentarse por aquí. Esta banda, que ya está cercana a cumplir
sus 15 años de carrera, se ha caracterizado desde sus inicios por su
flexibilidad: la hemos escuchado como trío de guitarra, bajo y batería, con
inclusión de instrumentos como trombón, teclados o percusiones y con cambios en
su alineación, ya sea momentáneos o definitivos. Tiempos hubo, a principios de
la década pasada, en que La Guishi Funk fue recurrente de los escenarios
locales: estuvo en la primera edición del festival La Pachanga, en los
festivales navideños de Autlán, en el Carnaval y en conciertos organizados por
particulares; desde hace unos diez años su historia se ha seguido desarrollando
en Guadalajara, donde ha realizado grabaciones y ha desarrollado su sonido con
una notable evolución. En este reencuentro con Autlán, la banda alineó con Luis
Shatter en los teclados, Peri Durán en el bajo, Armando Curiel en la batería,
DJ Fukushima en la tornamesa, el panameño Carlitos Díaz en el saxofón, el cubano
Lincoln Chocolate en la trompeta y Pipo Durán en la guitarra, una instrumentación
más nutrida y un sonido mucho más rico que la última vez que los vimos. El concierto
de La Guishi Funk mezcló jazz, rock y funk, con largos pasajes de improvisación
y solos de los distintos instrumentos, sobre todo de los metales, en los que pudimos
notar el virtuosismo de sus ejecutantes. Su presentación, ampliamente aplaudida
por un público muy prendido, terminó con su clásica y muy recordada Tanke de
tejuino.
Este Carnaval Alternativo demostró la existencia
de un público para el rock, el jazz y otros géneros diversos y que no todo el
Carnaval de Autlán se desarrolla alrededor de la plaza de toros. Depende de ese
mismo público que estos espacios sigan abiertos.